Había
una vez una mujer llamada Clotilda que vivía con su marido
Pedro.Clotilda era una muy humilde, simpática, conversadora,
flaca, de bastante altura. Pedro era un hombre que trabajaba siempre,
era muy despistado y un poco petiso.
Clotilda
trabajaba más de ocho horas diarias, su trabajo era agotador, trabajaba
en una fábrica textil, Pedro era un empleado en el banco de la
provincia en la parte de caja, ganaban mucha plata, pero no tenían ni un día de descanso.
A
Clotilda y a Pedro les dieron quince días de vacaciones, ellos no
tuvieron duda y partieron hacia Brasil, más precisamente al Río Amazona, un bello lugar para disfrutar de la naturaleza y conocer numerosos peces.
Ella,
confiada, se quiso dar un chapuzón, al nadar hacia la parte más profunda, le
agarraron ganas de ir al baño y como quedaba muy lejos no le quedo otra opción que hacer pis en el río. El
candirú se acercaba cada vez más rápido guiado por las partículas de la orina (persigue la sustancia hasta llegar directamente hacia las vías urinarias).
Ella
desesperada salió nadando hasta llegar a la orilla, lloraba y
gritaba, no sabía cómo calmar ese dolor.
Su marido no sospechaba lo que le pasaba a Clotilda, de urgencia la llevó rumbo al hotel y allí ella, un poco más calmada, le contó a Pedro lo sucedido. Él no entendia nada, llamaron a un médico, el doctor tampoco había escuchado sobre ese extraño pez.
Su marido no sospechaba lo que le pasaba a Clotilda, de urgencia la llevó rumbo al hotel y allí ella, un poco más calmada, le contó a Pedro lo sucedido. Él no entendia nada, llamaron a un médico, el doctor tampoco había escuchado sobre ese extraño pez.
¡Pobre
Clotilda le tuvieron que hacer una operación para extirparle al animal!.
Al
terminar la cirujía, le dieron una semana de reposo que pasó pensando en qué recorrido realizar.
Aún
les quedaban siete dias para disfrutar. Cuatro de esos, los
aprovecharon recorriendo Brasil, y los otros tres días hicieron un
largo viaje hacia el Rio Iguazu. Bajaron hacia el sur y conocieron las
cataratas, compraron yerba misionera, mates, chipa para el viaje,
churros y en un restaurante comieron churrascos.
Volvieron
a Buenos Aires, y finalmente se recuperó.
Ella pudo regresar al trabajo y su conflicto con el bicho llamado Candiru se divulgó por
toda la fábrica. Después de una semana sabía todo el barrio de lo que le había pasado
a la pobre mujer.
Todos aprendieron una leccion: Si tenes ganas
de hacer pis en un río debés ir al
baño, porque el Candiru, bicho malo y
transparente, se puede meter en tus orificios y hacerte pasar unas horribles vacaciones.
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