AUTORES: VANESSA, RODRIGO, INGRID Y CÉSAR
Había una vez un joven de 18 años llamado Martín, él era alto, tenía
pelo largo y ojos color marrón. Vivía en el norte de Argentina y estudiaba Biología
en la Universidad de Salta, tenía una
novia de 19 años llamada Nataly, él deseaba ser uno de los mejores científicos
del mundo. Quería transformar un viejo estadio en una reserva ecológica. Ese proyecto lo tenía pensado desde que era
pequeño.
Su mejor amigo se llamaba Matías, él trabajaba junto con
Martin en la investigación, también quería compartir el proyecto junto a él.
Le habían asignado un trabajo de campo en la selva Amazónica,
con el propósito de investigar a los insectos de ese lugar húmedo, viscoso y
lleno de árboles.
Su mayor entusiasmo eran unas hormigas conocidas como La Corrección, esas eran pequeñas, depredadoras y
su forma de agresión era atacar en grupo
dejando a las más débiles en el medio y a las más rudas a los costados.
Martín empezó a preparar un bolso con todas las cosas
necesarias para la investigación, entre
ellos frascos, redes, sogas, pinzas, navaja, etc. Más tarde fue con sus padres
para avisarles que se iba a Brasil. Su hermana, su papá y su mamá le regalaron
un amuleto de la suerte que habían comprado en Miami el año anterior, pero el
amuleto era muy pesado así que no lo pudo llevar porque se excedía en el
equipaje, cuando llegó la hora de ir al aeropuerto, él les prometió que iba a
volver pronto y que les iba a traer todas las cosas que ellos quisieran.
A las primeras horas de la mañana siguiente, subió al avión.
Lo esperaban un equipo preparado de investigación. Cuando llegó le entregaron
un mapa para que se pueda guiar por la zona amazónica, también le dieron una
serie de elementos para que se pueda mantener en el lugar: comida, carpa, bolsa
de dormir, bolsa de higiene, diez litros de agua, y un jeep.
Cuando llegó al punto central de la selva comenzó a
acomodarse y a observar el perímetro del terreno, decidió dar inició a su
investigación pero se llevó una sorpresa : las hormigas no estaban en el lugar esperado, miró por todos lados y halló una solita, la intentó agarrar pero se
le metió en el buzo que llevaba puesto. Al no saber que hacer corrió hasta su
carpa, hasta que sintió un mordisqueo incesante en el pecho, desesperado se cayó encima de un hormiguero. Allí iniciaron su ataque
hacia el joven, al verlo tan inofensivo comenzaron a buscar su punto
débil, el muchacho intentó pararse pero no pudo, ya estaba dominado por estas
criaturas, agarró la soga que llevaba en la mochila, intentó sujetarse de árbol pero fue en vano, en lo único en que pensó fue en su familia y en la
promesa que les había jurado.
Cuando cayó la noche, el equipo empezó a inquietarse porque
no había recibido algún contacto de Martín. Esperaron hasta el amanecer para
poder encabezar la operación de búsqueda, cuando lograron encontrar el paradero
de Martín ya no quedaba nada de él, solo sus huesos y miles de hormigas satisfechas a su alrededor.